miércoles, diciembre 26, 2007

BDSM y religión


Hoy he sabido algo que me ha llenado de inquietud. Y no tanto porque en algún momento me pueda afectar a mí, sino porque es algo en lo que no había pensado nunca, algo referido a los sentimientos más íntimos de la persona.
Resulta que he mantenido una conversación con una esclava amiga, durante la cual y entre otras cosas, me ha contado que con motivo de la Navidad su Amo le ha preguntado si le gustaba celebrar estas fiestas desde un punto de vista religioso, es decir, si era creyente.
Eso no hubiera tenido nada de particular si no hubiera sido por lo que surgió a continuación, la aclaración del Amo de que él no era creyente, y la observación de que ella tampoco podía serlo y que por tanto, tendría que renunciar a sus creencias.
No he hablado de este asunto con mi Amo y me arriesgo a dar una opinión sin que él la conozca previamente, pero creo que ningún Amo tiene derecho a urgar en las creencias de nadie y mucho menos a prohibir a otra persona, incluyendo a su esclava, tener los sentimientos religiosos que desee. En ningún caso creo que ése sea un asunto que entre en las atribuciones de un Amo o entre los deberes de una esclava, ni siquiera de una esclava 24/7, ni tampoco que forme parte de las actividades del BDSM.
Personalmente, soy creyente, aunque no todo lo cumplidora de mis obligaciones religiosas como debería ser, pero, de ninguna forma, estaría dispuesta a renunciar a ellas por imposición, incluso aunque ello me supusiera tener que abandonar la cuadra.

domingo, diciembre 23, 2007

Es Navidad


Feliz Navidad

lunes, diciembre 17, 2007

El arte de someter


Me pregunto cómo es posible que una chica que ha sido toda su vida una rebelde, una contestataria, que ha querido tener siempre razón y que ha porfiado por lo que creía verdadero hasta la confrontación, se ha convertido en un ser totalmente sometido a alguien a quien, incluso, ha cedido su cuerpo y su mente, su voluntad, y lo ha aceptado como Amo y Dueño de su persona.
Me encuentro de rodillas y desnuda, de cara a la pared y con las manos en la nuca, pinzada y humillada y me sorprendo al pensar que estoy cumpliendo una orden de un Amo que se haya distante, en una habitación en la que únicamente estoy yo, de forma que podría fingir libremente. La misma extrañeza que podría producir saber que me desplazo a cuatro patas porque me esfuerzo en ser una perra y que trato de hacerlo creyendo que mi Amo se siente satisfecho cuando se lo cuento porque, a pesar de que no me ve, está seguro de mi comportamiento sumiso.
Es entonces cuando surge la pregunta, la necesidad de saber si se ha llegado a esa situación por la habilidad y el conocimiento del Amo, que ha sabido someter a su esclava hasta el punto de haber hecho de ella una simple propiedad o si es que la esclava no era tan fiera y necesitaba ser dominada para reafirmar su personalidad. Una pregunta que para mí tiene una fácil respuesta pero que dejo al criterio de los demás porque todos tendrán sus vivencias y su forma de entener la sumisión.

miércoles, diciembre 12, 2007

El sueño


Quiero contaros que el otro día tuve un sueño. Soñé que ya no era esclava. Me vi a mí misma en mi trabajo, deambulando por los pasillos, atendiendo a mis quehaceres. Recuerdo que me quedé sorprendida al comprobar que bajo el uniforme llevaba intacta mi ropa interior, que en el armario del vestuario se hallaba la ropa de calle que yo misma había elegido. Que podía entrar y salir, pasear y confraternizar, comprar sin tino y planear el futuro sin cortapisa alguna.
Me gustaría que supierais que en el sueño que tuve la otra noche volvieron también los fantasmas del pasado. Las limitaciones para seguir andando, el ansia de progresar, el tiempo que pasa de manera tan lenta, la libertad, el silencio.... Hay que ser fuerte para creer en la superación, para soportar la ausencia, para inventar, para no dejarse caer en la apatía o en la frustración o en el desconsuelo.
Pero como imagináis, al fin llegó el despertar y por tanto, el final del sueño, cortado drásticamente, sin siquiera permitirme adivinar el final. Y al abrir los ojos me encontré tumbada en el suelo, desnuda y encadenada por los tobillos junto a la cama grande del Señor. Fue entonces cuando de manera casi imperiosa quise saber la distancia que separa a un sueño de la verdadera realidad. ¿Podría decirme alguien cuál es?

lunes, diciembre 03, 2007

Puta o esclava


El otro día leí una espléndida entrada que mi amiga la esclava lilanegra había puesto en su blog acerca de la sensación que la invadió de sentirse puta. Aparte del placer que me ha supuesto poder leer algo tan perfectamente explicado, me ha dado la oportunidad de hacer una pequeña reflexión sobre el tema.
Comprendo perfectamente el sentimiento de lila porque yo lo he experimentado también en muchas ocasiones. Y concuerdo con ella en que puede ser una sensación inmensamente satisfactoria. De hecho, para mí ha supuesto una satisfacción sentirme la puta de mi Amo, si se entiende por puta a alguien de quien el Amo dispone para su satisfacción personal, no necesariamente de tipo sexual.
Pero aparte de todo esto, hace tiempo que vengo pensando en otro aspecto de este mismo tema y es en la oportunidad o no de emplear el término puta en las relaciones BDSM. Es evidente que, salvo excepciones muy puntuales, una esclava no es una puta, no sólo porque no recibe dinero a cambio de su sexualidad, sino porque no ofrece esa sexualidad a cambio de nada y sólo lo hace como manifestación de ese sometimiento al que le impulsa su condición de esclava. Realmente no concibo a mi Amo ofreciéndome algún tipo de recompensa material a cambio de sexo. Entonces, ¿por qué se llama puta a la esclava con tanta frecuencia? En mi opinión porque es una palabra ofensiva y muy humillante, porque con ella se insulta a la esclava y se la pone en uno de los escalones más bajos en que puede hallarse una mujer, dicho con el máximo respeto por las verdaderas prostitutas. Si es así, bien está. No me importa e, incluso, me parece bien que me llamen puta, aunque preferiría otros términos, pero sí me importa que me califiquen de puta pero no porque me sienta ofendida, sino porque si verdaderamente fuera puta dejaría de ser esclava.