miércoles, abril 30, 2008

Incompatibilidad 2 parte


Quiero dar las gracias a todos los que han tenido la amabilidad de contestar y comentar mi último post de este blog referente a la relación entre amor y BDSM. Pero al mismo tiempo que mi agradecimiento, quiero también mostrar la convicción en los argumentos que exponía en aquel comentario. Comprendo que haya personas que no estén de acuerdo con lo que allí se decía, que todos aquellos que mantienen una relación de BDSM y al mismo tiempo están enamorados de sus Amos o de sus esclavas no estarán de acuerdo conmigo.
Pero son una minoría y, en cualquier caso, la excepción que confirma la regla. Naturalmente que hay gente en el BDSM que están enamorados de sus parejas pero yo no cuestionaba eso. Lo que yo consideraba y considero incompatible es la conjunción de una relación amorosa estable y duradera y una vida de sumisión, de sometimiento o de dominación. No dedicar una hora o dos o un día o cincuenta días al BDSM, sino vivir el BDSM como forma de vida, sentirse sometida a una persona y ser capaz de aceptar cualquier orden, cualquier humillación o cualquier vejación en cualquier momento, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año.
Me dicen que la esclava es esclava por amor a su Amo. No lo creo. La esclava es esclava porque le gusta estar sometida, sentirse humillada, obedecer y servir. Por supuesto que la meta es conseguir la satisfacción del Amo y a través de ello la suya propia pero como un acto de sumisión hacia otra persona, no como un acto de amor. No se puede ser esclava y compañera, esclava y amiga, esclava y estar al mismo nivel que tu amante y, la verdad, para que una relación amorosa sea feliz y duradera ambas partes deben ser amantes, amigos, compañeros y tratarse de igual a igual. Todo lo demás no me convence aunque, por supuesto, es sólo una opinión, ni más ni menos válida que cualquier otra.

lunes, abril 21, 2008

¿Incompatible?


El amor es incompatible con el BDSM.
Naturalmente, no es una afirmación dogmática, sino mi propia opinión personal. Tampoco me baso en mi experiencia para llegar a la conclusión que enuncio al comienzo de este comentario, sino en la observación de las diferentes situaciones y en la deducción consecuente. Intentaré explicar mi punto de vista.
La relación de Dominación-sumisión, base del BDSM, es aquella en la que una de las partes se constituye en Dueño y Señor de la otra para adiestrarla según su gusto con toda una serie de métodos entre los que se incluye la violencia física y verbal y la humillación. La otra parte se constituye en esclava y cede su cuerpo y su mente a su pareja para que esta disponga de ambas cosas a su antojo.
Yo sostengo que no es posible estar controlando durante las veinticuatro horas del día a la persona amada para que sólo haga lo que uno quiere, sin darle libertad ni opción alguna. También sostengo que tampoco es posible estar agrediendo física y verbalmente o estar humillando a la persona a la que se ama durante todos los días del año. Y sostengo que no es posible amar a quien no tiene nunca en cuenta tu parecer, a quien es dueño en vez de amante, a quien puede castigarte si no le parece bien lo que has hecho, a quien es Amo en vez de compañero, a quien te humilla cuando le viene en gana o a quien es capaz, por poner un ejemplo, de cederte a otra persona para que disfrute de ti.
Sé que llegados a este punto habrá un gran número de voces que me dirán que llevo las cosas a un punto extremo y que no hay ninguna incompatibilidad y que, incluso, puede ser placentero, en dar y recibir unos azotes, máxime si a ambas partes les gusta y les excita, obligar a la esclava a andar a cuatro patas durante un rato o realizar cualquiera de las actividades que conforman una sesión de BDSM. Estoy totalmente de acuerdo en que puede ser perfectamente normal ser amantes y celebrar sesiones de BDSM. Hubo un tiempo en que yo misma practicaba juegos de ese tipo en la relación que mantenía con quien entonces era mi pareja, que no mi Amo.
Sin embargo, eso no es una relación de Amo/esclava. Celebrar una sesión de vez en cuando, todos los días, incluso, adoptando los roles de Amo y de esclava es jugar al BDSM pero en ningún caso es vivir como un Amo o como una esclava. Para lograr eso, se requiere un compormiso y una actitud muy diferente, actitud y compromiso que, desde mi punto de vista, es incompatible con el amor.

lunes, abril 14, 2008

La granja


Estos días he conocido al dueño de una granja que se dedica a adiestrar perros, ponies y cerdos, tanto machos como hembras aunque, como se puede figurar todo el mundo, son estas las que predominan. Viven en perreras, en establos y en cochiqueras pero también disponen de un amplio espacio natural en el que pueden solazarse y permanecer todo el tiempo que deseen. Es decir, que viven al aire libre. Este hombre, convertido en un auténtico Amo, adiestra duramente a sus esclavas, entendiendo por dureza una extremada rigidez y severidad, no con violencia, para hacer de ellas verdaderos animales, tanto en su comportamiento como en su actitud. Por supuesto, el comportamiento de estos seres llega a ser similar al de los auténticos animales, tanto en las costumbres como en la forma de vivir, de alimentarse y de realizar cualquier otra actividad vital aunque, naturalmente, todos tienen sus necesidades cubiertas y pueden acudir a la ciudad, desde luego como personas, siempre que lo necesiten o lo deseen.
He hablado dos o tres veces con este Amo (como la conversación ha de ser en inglés hay que dirigirse a él como Master) que reside en Holanda y siempre me ha mostrado un entusiasmo sin límites por lo que hace y, según él, por lo que consigue con su dedicación. Desconocedor de mi situación personal, me ha invitado a integrarme en su granja durante el tiempo que desee, sin saber que estoy a muchos cientos de kilómetros de distancia. Cuando se lo he explicado ha modificado su propuesta y un par de veces me ha preguntado si estaría interesada en ser adiestrada online hasta ser convertida en una perra (eventualmente si lo prefiero en una cerda) y me ha asegurado que al término de mi adiestramiento, no sólo sería una verdadera perra en las formas y en el fondo y yo misma me sentiría como ese animal, sino, lo que me parece más sorprendente, estaría orgullosa de serlo. Para alejar cualquier sospecha, enseguida me dijo que no necesitaría tener una webcam ni me vería obligada a mostrar fotografias, que su dedicación es seria y no un mero oportunismo y que el único requisito necesario sería el de utilizar absorbentes o pañales pues no podría acudir al baño durante las horas de adiestramiento y tendría que orinar en cualquier lugar como de hecho le ocurre a una perra.
Evidentemente no he aceptado su propuesta, básicamente porque ya soy propiedad de otro Amo que también me está adiestrando para ser una perra y no deseo cambiar, pero también y aunque no tuviera Amo, porque lo que pretendo es ser una esclava y no una perra o una cerda si no es como consecuencia de esa esclavitud a la que estoy sometida y a pesar del hecho de que vivir un tiempo como una verdadera perra podría resultar francamente interesante.

sábado, abril 05, 2008

Expresión de esclava


Algunas veces pienso que no debo ser esclava o que, como mucho, soy una esclava rara y atípica a la que no le apasiona la parafernalia del BDSM. No pertenezco a ese grupo a las que les vuelve locas vestir un corsé o cubrirse de cuero, subirse en unos tacones de aguja o llevar unas medias de red sujetas a un insinuante liguero. Si hay alguna razón para que no muestre desinterés por una sesión se debe a que durante su transcurso es cuando se consigue el placer más evidente del Amo o porque al sentir la piel lacerada por los azotes soy enteramente consciente de mi esclavitud y del poder que mi Amo tiene sobre mí o porque es en esos momentos cuando emerge, siquiera levemente, su faceta sádica y la mía masoquista. Pero ni aun así constituye una sesión algo primordial para mí.
¿Cómo desarrollo entonces mi esclavitud? ¿O cómo la manifiesto? ¿O, tal vez, cómo la disfruto?
Pues con mi comportamiento diario. Para mí ser esclava es serlo cada minuto del día, tanto si estoy cumpliendo una orden como si estoy de charla con mis amigos. Para mí ser esclava es aceptar el control de mi Amo sobre mi persona y sobre mis actividades las veinticuatro horas del día; saberme sometida a sus deseos y a sus decisiones y ser consciente de que soy de su propiedad y que como una propiedad voy a ser tratada. Pero ser esclava es también no hacer nada, aceptar que tu Amo no te mande nada, que te ignore o que te pruebe dándote una libertad que seguramente no deseas pero que debes aceptar.
Eso es lo que considero que es ser esclava y la esclava que yo deseo ser, alguien que está entregada voluntariamente a su Amo y que depende de él para todo y en exclusiva.

martes, abril 01, 2008

esclava vs esclava


Hoy quiero hacer un ejercicio dialéctico y proponer un asunto que para muchos será, como mínimo, controvertido y que para algunos, principalmente para aquellos que no están dentro del mundo BDSM, resultará poco menos que escandaloso. Y es que me propongo hablar de la diferencia entre la esclavitud que existía en África, en América y en Europa durante el siglo XIX y la esclavitud del BDSM. Lo primero que diré es mi propia opinión y según ella, la única diferencia entre las dos es el famoso consenso, palabra mágica que parece cambiarlo todo. Pero, cuidado, que digo consenso y no otra cosa, porque lo de sano y lo de seguro es una solemne tontería. Si en una relación existe consenso entre las dos partes, ésta será obligatoriamente sana y segura y si no lo es, será porque ambas partes así lo han consensuado, en cuyo caso se supone que tienen perfecto derecho a hacer lo que les de la gana y a llevar su relación como quieran.
Por lo demás, ¿que diferencia hay entre las labores de criada de una esclava del siglo XIX y las de una esclava del BDSM? ¿Entre unos azotes y otros, entre unos castigos y otros, entre la falta de libertad o de decisión, entre el control que se ejerce sobre una y sobre la otra, en la humillación a la que se ve sometida aquella y esta, en la obligatoriedad de ser un objeto sexual a disposición del Amo?
Si todo esto y muchas más cosas resultan placenteras para la esclava actual, ¿qué es lo que hace que para todo el mundo sea tan horrible rememorar aquella otra esclavitud?
Lo que dije antes, el consenso, el saber que por muy mal que se pase y por muy mal que vayan las cosas se puede acabar con la relación cuando se quiera.